Agradecer para crecer: Misa de fin de ciclo con 2.º de primaria
- Información y Soporte IAE
- 5 jul
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El viernes 4 de julio iniciamos uno de los momentos más significativos del calendario escolar: las Misas de Agradecimiento por fin de ciclo, una oportunidad para reunirnos como comunidad y elevar juntos el corazón, la voz y la memoria. En esta ocasión fue el turno de los grupos de segundo de primaria, quienes, junto a sus familias, profesoras y directivos, vivieron una mañana profundamente emotiva, llena de símbolos, palabras que tocan y miradas que recuerdan cuánto hemos crecido.
Preparar el alma: más allá de la logística
Aunque la misa se celebró pasadas las 8:30, la preparación comenzó muchos días antes. Bajo la guía atenta de Dirección General, las coordinaciones académicas y de pastoral trabajaron de la mano para cuidar cada detalle: desde la disposición del auditorio, la elección de los cantos, las lecturas litúrgicas, la participación de los niños, hasta los ensayos previos que dieron forma y alma a la celebración.
En el colegio sabemos que agradecer no es solo un acto de cortesía, sino un gesto profundo de espiritualidad, y por eso nos tomamos el tiempo para preparar estas misas con esmero, cariño y sentido trascendente. No se trata de un evento más: es una experiencia compartida que nos reconcilia con lo vivido y nos proyecta hacia lo que viene.
Un auditorio lleno de fe y de familias
A las 8:30 de la mañana, las familias comenzaron a llegar con paso firme y emoción discreta. Padres, madres, abuelos y hermanos menores llenaron las butacas del auditorio escolar con ese aire de ternura que solo se respira cuando se sabe que hay algo especial en el ambiente. Muchos trajeron sus teléfonos listos para capturar recuerdos, pero todos trajeron algo aún más valioso: presencia plena, respeto profundo y apertura del corazón.
Mientras tanto, los alumnos de segundo, organizados por grupos, tomaron su lugar al frente, acompañados por sus profesoras Cecilia y Andrea, quienes los guiaban con palabras suaves y miradas cómplices. Había un murmullo contenido, mezcla de nervios y emoción, que fue disipándose con la música instrumental que llenaba el espacio y preparaba el clima espiritual.
El inicio: una oración que abre el alma
La misa dio inicio con la oración de apertura, los presentes atentos al monitor y sacerdote que oficiaba la ceremonia.
"Este año aprendimos a restar y sumar, pero también a esperar y a compartir. Aprendimos a leer en voz alta, pero también a escuchar en silencio. Hoy queremos decirte gracias, Señor, porque caminaste con nosotros."
La homilía: cuando Dios habla a través del ciclo escolar
Durante su homilía, el sacerdote dirigió unas palabras muy cercanas y sabias tanto a los niños como a los adultos. Comenzó recordando que Dios siempre está presente en los procesos, y que terminar un ciclo escolar no es solo guardar los libros, sino mirar hacia atrás y descubrir cuántos pasos dimos, cuántas caídas superamos y cuántas veces nos levantamos con ayuda de otros.
“Dios –dijo el padre– se alegra con sus logros, pero también los acompaña en los intentos fallidos. Él no les pide perfección, sino disposición para aprender.”
Dirigiéndose a los niños, les invitó a descubrir a Dios en lo cotidiano: en la paciencia de una maestra, en el abrazo de mamá al llegar a casa, en el recreo compartido sin enojos, en la oración de la mañana.
Y con especial tino, habló del receso escolar que ya se avecina:
“Las vacaciones no son para olvidarse de todo, sino para cuidar lo que aprendimos. Lean un poco, repasen algo que les costó, escriban un cuento, hagan una oración. Que el descanso no sea un apagón, sino un modo distinto de seguir creciendo.”
Estas palabras resonaron con fuerza, no solo en los más pequeños, sino también en los adultos, quienes entendieron que acompañar el aprendizaje también significa sostenerlo en los tiempos de pausa.
Los signos: pequeños gestos con gran sentido
Uno de los momentos más simbólicos fue el ofertorio, en el que los alumnos y comunidad educativa presentaron objetos que representaban su paso por segundo grado: un libro de lectura, un lápiz ya gastado, una libreta con hojas escritas con esfuerzo, un frasco con mensajes de amistad durante el ciclo escolar.
Cada objeto fue explicado por los propios alumnos, y cada explicación fue un testimonio de cómo el aprendizaje va más allá del aula, sembrando raíces que tocan la vida misma. “Este lápiz –dijo uno de ellos– me acompañó cuando aprendí a escribir mi primer resumen. A veces me enojaba cuando me equivocaba, pero luego entendí que también se puede borrar y volver a empezar.”
También se ofrecieron cartas y dibujos de gratitud escritas por los niños para sus papás, docentes y para Dios. Algunas se leyeron en voz alta, otras se colocaron a los pies del altar como ofrenda silenciosa.
Comunión y misión: volver a casa con el alma llena
La misa concluyó con la comunión y una bendición especial para las familias, los niños que se están preparando desde primer grado y que el próximo ciclo escolar, cuando ya estén en tercero, podrán comulgar. Mientras recibieron de sus docentes al niño Dios, lo contemplaron y besaron en acción de agradecimiento, pidiendo por el descanso, la salud, la unidad y la alegría del hogar.
“Bendice, Señor, a estos niños y sus familias. Que en estas vacaciones no les falte el juego, la fe, ni la ternura. Haz que su descanso sea semilla de un nuevo ciclo lleno de amor.”
Al terminar, el auditorio guardó un silencio breve y profundo, como quien no quiere romper el encanto. Luego vinieron los aplausos, los abrazos, las fotos grupales y los saludos entre familias. Fue un momento de comunión total: espiritual, emocional y comunitaria.
Una comunidad que celebra el crecimiento
La Misa de Agradecimiento de segundo grado no fue solo una celebración litúrgica. Fue un reflejo del camino recorrido durante el ciclo escolar: un camino hecho de letras, sumas, dibujos, errores, aciertos, amistades y aprendizajes.
Agradecer es detenerse a mirar, y mirar con ojos de fe es reconocer que Dios camina con nosotros también en los pasillos escolares, en las tareas hechas con esfuerzo, en las canciones del salón y en las mañanas con sueño pero con ganas de aprender.
Para el colegio, estos espacios son parte esencial de la formación integral que deseamos ofrecer: una educación que nutra la mente, el corazón y el espíritu. Por eso agradecemos profundamente a:
Las profesoras Cecilia y Andrea, por su acompañamiento cercano y firme durante todo el ciclo.
Las familias, por confiar en nuestra propuesta educativa y por su presencia constante y amorosa.
El equipo de pastoral y coordinación, por organizar con tanto esmero esta misa.
Nuestro sacerdote invitado, por sus palabras sabias y su mensaje claro, lleno de fe y sentido.
Y esto apenas comienza…
Durante las siguientes semanas, continuarán las Misas de Agradecimiento con los demás grados. Cada una será única, con su propio lenguaje y color, pero todas compartirán el mismo espíritu: celebrar la vida, los aprendizajes y la presencia de Dios en medio de nosotros.
Invitamos a todas las familias a sumarse con alegría a estas celebraciones, a hacer una pausa en medio de la prisa, y a reconocer lo mucho que hemos recibido durante este ciclo. Porque solo quien agradece, está verdaderamente preparado para recibir lo nuevo.
Gracias, segundo de primaria, por recordarnos que agradecer no es un acto de cierre, sino una forma de abrir el corazón. Que sus vacaciones estén llenas de luz, juegos y libros. Nos reencontramos pronto, con mochilas más grandes… pero también con corazones más fuertes.
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