Sábado Santo: Del Silencio Sagrado a la Verdadera Gloria de la Pascua
- Información y Soporte IAE
- 19 abr
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¿Sabías que el llamado “Sábado de Gloria” no es un día de fiesta ni de mojar a los demás con agua? Aunque esta práctica popular se ha arraigado en muchas culturas, no tiene nada que ver con el sentido cristiano del Sábado Santo.
Al contrario, este día es uno de los más sagrados del calendario litúrgico, lleno de silencio, esperanza y profunda espiritualidad.
En este artículo te contamos por qué es importante corregir esta tradición errónea y redescubrir el verdadero significado del Sábado Santo y la solemne Vigilia Pascual, corazón del cristianismo.
¿Qué es realmente el Sábado Santo?
El Sábado Santo es el tercer día del Triduo Pascual. Jesús ha sido crucificado y su cuerpo yace en el sepulcro. La Iglesia guarda silencio. No se celebra misa, ni se toca música, ni hay campanas. Es un día de espera, de contemplación, de oración silenciosa.
Acompañamos a la Virgen María en su dolor… y en su fe.
¿Qué se celebra realmente ese día?
Aunque durante el día no hay celebraciones litúrgicas, por la noche todo cambia. Al caer el sol, la Iglesia entera se prepara para vivir la Vigilia Pascual, la celebración más importante de todo el año. Es la noche en que celebramos la Resurrección de Jesús, el paso de la muerte a la vida.
Esta es la verdadera apertura de la Gloria: no es en la mañana del sábado, sino en la noche.
Los signos sagrados de la Vigilia Pascual
La Vigilia Pascual se compone de cuatro partes esenciales, cada una con una profundidad espiritual que vale la pena conocer y vivir.

1. El fuego nuevo y el Cirio Pascual
La celebración comienza fuera del templo o en la entrada, con la bendición del fuego nuevo. Es un momento simbólico: en medio de la oscuridad, se enciende una luz. Esa luz es Cristo resucitado.
Con ese fuego se enciende el Cirio Pascual, una vela grande que representa a Jesús, la Luz del mundo. Se lleva en procesión hacia el altar, y todos los fieles encienden sus velas desde él, llenando la iglesia de una luz cálida y viva.
La oscuridad ha sido vencida.
2. Liturgia de la Palabra: una historia de amor
Durante esta parte, se leen varios pasajes de la Biblia que nos recuerdan la historia de la salvación.
Desde la creación del mundo, pasando por el Éxodo, los profetas, hasta llegar al Evangelio de la Resurrección.
Es un recorrido por la fidelidad de Dios a su pueblo, culminando con la proclamación jubilosa del Aleluya, que no se cantaba desde el inicio de la Cuaresma.
3. Bendición del agua y renovación del Bautismo
Aquí llegamos a uno de los momentos más solemnes: la bendición del agua, que simboliza vida nueva, pureza y renovación espiritual.
Si hay catecúmenos (adultos que se han preparado para el Bautismo), reciben este sacramento en esta noche. Y todos los fieles renovamos nuestras promesas bautismales.
Esta es el único sentido correcto del agua en el Sábado Santo: el agua que da vida en Cristo, no la que se tira por juego o tradición distorsionada.
4. Liturgia Eucarística: Cristo vive y se queda con nosotros
La Vigilia culmina con la Eucaristía. El altar, que había estado desnudo desde el Viernes Santo, vuelve a cubrirse de blanco, flores y luz. La comunidad entera se llena de alegría.
Jesús ha resucitado. ¡Verdaderamente ha resucitado! Aleluya.
¿Y las “Letanías” y los “Laudes”?
Durante la Vigilia también se pueden cantar las Letanías de los Santos, pidiendo la intercesión del cielo en esta noche gloriosa.
Y al amanecer del Domingo de Resurrección, muchas comunidades celebran los Laudes: la oración matutina que proclama, con salmos y cantos, la victoria de Cristo sobre la muerte.
¿De dónde salió la costumbre de tirar agua?

La costumbre de “mojar a los demás” el Sábado Santo no es parte de la liturgia ni del sentido cristiano de la fecha. Algunos creen que surgió como una parodia de los bautismos realizados en la Vigilia Pascual, mientras que otros lo vinculan a creencias populares que malinterpretaron la idea de “purificación”.
Con el tiempo, esto se desvió por completo, transformándose en una actividad sin sentido religioso e incluso molesta o peligrosa en espacios públicos.
Mojar a otros no celebra la Resurrección. Más bien, banaliza un momento sagrado.
¿Qué podemos hacer como creyentes?
Educar con amor, firmeza y claridad. Compartamos con nuestras familias, amigos y comunidades el verdadero sentido del Sábado Santo. Vivámoslo desde la fe, no desde la costumbre vacía.
Aquí algunas ideas:
Participa en la Vigilia Pascual con tu comunidad parroquial.
Comparte este artículo en tus redes sociales o en grupos de WhatsApp.
Anima a otros a reflexionar sobre el significado del fuego, el agua y la luz.
Sustituye tradiciones distorsionadas por momentos de oración y silencio.
Conclusión: No es fiesta de agua, es fiesta de vida
El Sábado Santo no es un día de gritos, juegos de agua o desorden. Es un día de espera silenciosa, de fe profunda y de apertura al milagro más grande: la Resurrección de Cristo.
Celebremos con alegría auténtica, con sentido espiritual, con el corazón encendido y no la manguera en la mano. Dejemos que la luz del Cirio Pascual ilumine nuestras vidas, y que el agua bautismal nos recuerde que ya hemos sido renovados en Cristo.
¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! Que esa sea nuestra verdadera fiesta.
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