2° y 6°s,Transformemos la violencia en una sana convivencia
- Información y Soporte IAE
- 25 jun
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 5 jul

Crónica reflexiva de un proyecto escolar que late con fuerza comunitaria
Publicado el 25 de junio de 2025
1. Introducción: un día para sembrar convivencia.
La música que da pauta a formarse para realizar la oración inicial flotaba en los patios del colegio, poco a poco los alumnos se reunían en sus filas, evidentemente la emoción se palpaba en los alumnos y más cuando los grupos pasaron a ubicarse en las cuatro sedes designadas:
El Salón de Usos Múltiples,
el espacio de Psicomotricidad,
el Patio Verde y
la Sala de Maestros
Era, oficialmente, el día de la presentación del proyecto “Transformemos la violencia en una sana convivencia”, un esfuerzo transversal que los grupos G. 21, G. 22, G. 61 y G. 62 han venido gestando durante el segundo semestre.
La iniciativa nació de una pregunta tan sencilla como profunda:
¿Y si convertimos los conflictos en oportunidades para aprender a convivir mejor?
A lo largo de varias semanas, los estudiantes exploraron, dramatizaron, investigaron y diseñaron soluciones concretas para promover la paz en su entorno inmediato. Hoy, cada rincón asignado se transformó en un pequeño laboratorio de ciudadanía, y ―como comprobaríamos enseguida― la semilla germinó con fuerza.
2. La antesala: preparación, acompañamiento y expectativas
Los pasillos hablaban solos: carteles coloridos, pizarras que mezclaban frases inspiradoras con datos estadísticos sobre la violencia escolar, prototipos de juegos cooperativos y maquetas de “patios de paz”.
Todo ello era testimonio del proceso. Detrás de cada detalle se encuentra el acompañamiento incansable de los docentes tutores y especialistas, quienes, fieles a su vocación, guiaron a sus alumnos para que las ideas pasaran de la teoría a la acción.
La dirección y las coordinaciones pedagógicas, consciente de la trascendencia formativa de un proyecto de esta naturaleza, dispusieron recursos, ajustaron calendarios y ofrecieron asesorías puntuales. Las horas de planeación conjunta se notaban en la coherencia de las actividades, en la pertinencia de las preguntas detonadoras y en el hilo narrativo que unía etapas aparentemente dispares: investigación, diagnóstico, prototipado y, finalmente, socialización pública.
3. Cuatro escenarios, una sola causa
3.1 Salón de Usos Múltiples – Grupo 21
Bajo el título “Escucha + Empatía = Puente de Paz”, G. 21, coordinado por la profesora Cecilia, estrenó una serie de microdramatizaciones basadas en conflictos reales recogidos por los propios alumnos. Los actores recrearon desde discusiones por materiales en clase hasta malentendidos en el recreo. Cada escena se pausaba en su punto crítico para invitar al público a proponer salidas pacíficas; los grupos de familias, divididos en círculos, compartían alternativas y luego las veían representadas en vivo. Así, la audiencia se convertía en guionista de la convivencia.
3.2 Espacio de Psicomotricidad – Grupo 22
El ambiente cálido y con gran entusiasmo sin filtros. G. 22 estaba preparado con circuito donde los padre de familia estaban a la expectativa.
Los pequeños más pequeños guiaron a sus padres, se escuchaban sonrisas de alegría y respiraciones sincronizadas; cada familia redescubría, en el cuerpo, la diferencia entre competir y convivir.
La profesora Andrea agradeció a los alumnos su colaboración, señalando que fue un trabajo en conjunto (niños y docente), los padres de familia celebraron las dinámicas con fuertes aplausos.
3.3 Patio Verde – Grupo 61
La verde geografía del patio se convirtió en un “Museo Itinerante de Narrativas”. Bancos y sillas fueron el entorno de las presentaciones donde se comentaba que la violencia no es válida, y menos cuando el diálogo fraterno se deja de lado.
Algunos equipos hicieron sus dramatizaciones y cómo llegaron a acuerdos para solucionar los conflictos.
Otros equipos mostraron sus cartulinas mostrando datos acerca de los cambios que tuvieron en su grupo. El broche de oro fue un mural colectivo con ideas y creatividad muy acorde al tema.
La profesora María Luisa, siempre estuvo al tanto de los preparativos, y más cuando existió algún momento de mediar entre los alumnos.
Finalmente los padres de familia cerraron con aplausos la presentación de su hija o hijo, fundiéndose en un cálido abrazo.
3.4 Sala de Maestros – Grupo 62
Convertida en laboratorio de mediación, la Sala de Maestros albergó un escenario donde se ocupó el proyector para exponer sus presentaciones. Los alumnos, previamente formados como “facilitadores junior”, guiaron a padres a través de la técnica de los círculos restaurativos. Hubo momentos de silencio reflexivo de parte de los padres de familia, ya que algunos se identificaron con las problemáticas expuestas.
La profesora Martha siempre atenta y pendiente de cualquier intervención de parte de los padres de familia, celebró el trabajo de sus alumnos, señalando que durante los procesos del proyecto se descubrieron áreas de oportunidad que tendrán que trabajar los niños y más al estar en la etapa de la preadolescencia. La escucha activa de padres de familia y formadores será la base.
4. El papel protagónico de las familias
Madres, padres, abuelos y hermanos mayores acudieron a la cita. Su presencia, más que un dato logístico, fue un detonador emocional de primer orden. Cada rostro conocido en la audiencia multiplicaba la motivación de los expositores. Los celulares grabaron los momentos en que su hija o hijo pasaba a exponer, esos momentos estarán en la memoria de chicos y grandes
Pero el momento clave llegó cuando algunos progenitores lanzaron preguntas críticas:
“¿Cómo aplicamos la mediación con un hijo adolescente que ya no quiere hablar?”
“¿Qué hacemos cuando la violencia viene de redes sociales y no del patio?”
Lejos de quedarse congelados, los alumnos tomaron aire y respondieron con admirable serenidad, probando que habían reflexionado sobre escenarios complejos. El diálogo intergeneracional se volvió una clase magistral improvisada: los niños enseñando a los adultos, los adultos escuchando con humildad.
5. Docentes: acompañantes, faros y puentes
No hay proyecto sólido sin maestros que crean, arriesguen y ajusten el curso. Cada grupo contó con docentes que supieron ceder protagonismo sin renunciar a la guía. Se notaba en los portafolios de procesos expuestos: rúbricas de autoevaluación, diarios de campo y bitácoras de reflexión. La profesionalidad del cuerpo docente se reflejó también en la curaduría de fuentes, en la inclusión de lenguajes múltiples (oralidad, corporalidad, artes visuales, datos estadísticos) y en la sinergia interdisciplinar.
A lo largo de la jornada, más de un padre expresó gratitud explícita: “Profesora, gracias por darle voz a mi hijo; yo no sabía que él podía hablar así ante un público”. Frases como esa sintetizan un reconocimiento merecido: cuando educar es acompañar, el aula deja de ser caja de resonancia de contenidos para convertirse en trampolín de talentos emergentes.
6. Dirección y coordinaciones: la arquitectura del respaldo
Detrás del telón se erige la estructura que hace posible lo visible. La dirección y las coordinaciones académicas apostaron por la idea cuando aún era un boceto; autorizaron ajustes curriculares, gestionaron materiales y reservaron espacios de la agenda escolar para ensayos generales. También destinaron tiempo a sesiones de capacitación en metodologías restaurativas.
Su apoyo comunicativo fue clave: entrevistas previas en redes, invitaciones personalizadas a las familias, boletines internos para equipos de apoyo y el siempre eficaz recordatorio en la cartelera digital del colegio. El resultado fue un engranaje afinado donde cada engrane supo a qué hora girar.
7. Aprendizajes emergentes: más allá de la anécdota
La violencia se reconoce mejor cuando se nombra. Los alumnos ampliaron vocabulario emocional y desmontaron mitos (“pegar NO es la única salida”).
La convivencia se practica, no se predica. Circuitos, dramatizaciones y murales permitieron ensayar la paz en vivo.
La diversidad de espacios inspira soluciones diversas. Cada escenario aportó un enfoque distinto (sensorial, artístico, dialógico, investigativo).
Las familias son aliadas naturales. Su participación no es accesorio; es catalizador de la motivación estudiantil.
El docente orquesta, no monopoliza. La guía sin protagonismo empodera al estudiante.
8. Retos y proyecciones
Aunque el saldo es ampliamente positivo, varios desafíos se asoman en el horizonte:
Sistematizar la experiencia: recopilar evidencias, medir impacto y diseñar un manual interno para replicar el proyecto en ciclos futuros.
Seguir fortaleciendo la cultura restaurativa a todos los grados, incluso con los futuros alumnos que se integrarán en los siguientes ciclos escolares.
Profundizar en la prevención digital: rediseñar la Currícula Tecnológica para prevenir el ciberacoso y la gestión de la huella digital.
Articular con agentes externos (organizaciones de paz y otros colegios) para enriquecer la formación de mediadores junior.
La buena noticia es que las bases están puestas. Estudiantes y docentes han demostrado que poseen energía, creatividad y resiliencia para continuar.
9. Voces que resuenan (testimonios breves)
“Entendí que si grito no me oyen; si escucho, me entienden” — G. 22
“Pensé que la mediación era solo para abogados; ahora sé que se puede usar en la casa” — Papá del G. 61
“Las preguntas de las familias nos hicieron pensar más allá del patio; nos lanzaron al mundo” — Alumno del G. 62
“La paz sí vende futuro. Estos chicos son el mejor slogan” — Profesora
10. Cierre poético: sembrar para cosechar convivencia
Mientras el sol se ocultó tras las nubes, la lluvia hizo un alto en este día. Los alumnos siempre atentos a las indicaciones de sus docentes hicieron saber que el proyecto: "Transformemos la violencia en una sana convivencia" dieron los resultados esperados, y que se debe seguir trabajando siempre para que:
“La paz se practique con pasos lentos… pero firmes.”
Con esa certeza nos despedimos, seguros de que cada pincelada, cada pregunta y cada paso dado hoy será semilla de la cultura de paz que anhelamos. Porque transformar la violencia no es tarea de un solo día ni de un solo proyecto: es una travesía colectiva que empieza en el aula, se extiende a la familia y se proyecta hacia la sociedad.
Que este relato sirva de memoria y, sobre todo, de impulso para los que vendrán. Y que al releerlo dentro de unos años podamos decir, con orgullo compartido, que esas semillas florecieron en jóvenes más empáticos, más justos y más libres.
Gracias a todos los que hicieron posible esta jornada. Sigamos pintando, preguntando y caminando… juntos.








































































































































































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